Pensamiento espía

Pensamientos espías que me atormentan.
Inseguridad, falta de afecto, grandes dudas sobre la existencia del amor, de la verdad, de la si
nceridad.
¿Qué debo hacer?
¿Llorar?..Sí...porque las lágrimas lavan las heridas del corazón y del alma.
¿Enojarme?...También..pero sólo un rato, un instante, un segundo, porque el enojo marchita la luz que llevamos dentro.
¿Gritar?..Puede ser...los gritos me liberan de las energías negativas...pero que nadie me escuche, sólo yo!
¿Reír?..Claro!! es lo mejor....afloja mis músculos contraídos, mi ceño fruncido que da fealdad a mi rostro lindo cuando está en paz.
¿Espiar?...¿Para qué?...espiando sólo encontraremos la mentira que queremos creer.
Volar es mucho, pero mucho mejor que picotear los sueños.
Amar es mucho, mucho mejor que odiar.
Sólo los tontos odian, porque tienen el corazón lleno de agujeritos que no saben con qué llenar.
Luces y sombras

Una sombra cautiva.
Me abraza, no me suelta.
Siento frío.
Frío solitario, egoísta.
No quiero estar sola, pero aguanto.
¿Hasta cuándo? ¿Por siempre?
¡Oh! ¡No!.
Dulce vida, concédeme la alegría de un amor.
Enérgico sol, concédeme la calidez de un abrazo.
Romántica luna, concédeme el susurro de un poema.     
Historia de amor con plumas

Soy observadora, observar las conductas de las personas, de los animales y de la naturaleza es parte de mi esencia.
Hace aproximadamente quince días fuí testigo de una historia de amor de dos palomas.
Este relato tiene ternura, valentía, amor, desapego y quizás ¿crueldad?
Creo que en la naturaleza no existe la crueldad, lo que hay es sobrevivencia y adaptación al medio.
La crueldad es característica de los humanos.
Frente a mi ventana, en la canaleta del tejado del edificio, se construyó con mucho amor y dedicación el nido que albergaba los huevos de esa pareja plumífera.
Día a día observaba el comportamiento de ambos integrantes.
Imaginé que la hembra era la que estaba más tiempo acurrucada sobre sus futuros polluelos. Sus plumas color chocolate suave brillaban con la luz solar.
El macho, de plumas negras y tornasol, vigilaba, traía ramitas al nido y espantaba a los intrusos.
Mi asombro y cierta inquietud apareció cuando un fin de semana, ví que el macho empollaba en el nido. Durante dos días la hembra no se presentó.
Pensé: ¿habrá abandonado el hogar?---clásica pregunta de una hembra humana.
               ¿su pareja le permitió que descansara y vagara por el aire junto a sus amigas?----clásica fantasía de una hembra humana. No lo sé.
Dos días después al abrir mi ventana, ritual mañanero, ví la cabecita color chocolate pálido asomándose por sobre la canaleta. Sentí alivio y alegría y pensé: ¡qué buen padre!---clásico deseo de una hembra humana.
Lamentablemente al día siguiente vino una intensa lluvia y a pesar de que la abnegada madre no se movió del nido soportando con valor sus plumas empapadas, llegué a la conclusión que los polluelos murieron. ¿Porqué?
Porque al día siguiente la hembra ya no se acercaba al nido y el macho (cualquier parecido con la conducta masculina humana es pura coincidencia) intentaba conquistar a una jovencísima paloma, revoloteando a su alrededor, emitiendo sonidos con seguridad seductores para ella y arrastrando el ala. La niña se hacía la interesante y le daba la espalda (conducta típica femenina).
El coqueteo duró apenas medio minuto, tiempo en que el palomo levantó vuelo y se alejó con un ruidoso batir de alas. Quizás pensó: "con toda la oferta que hay por ahí, no le voy a rogar a esta pendeja" (pensamiento muy actual en la especie humana).
La joven y quizás inexperta paloma quedó quieta y desconcertada frente a la actitud de su pretendiente.
El final de este relato es doloroso pero real y parte del sistema ecológico. El macho apareció nuevamente cerca del nido y devoró los huevitos. 
La desconsolada (pienso yo) madre no estaba cerca.
Seguramente la vida les dará una nueva oportunidad y todo volverá a repetirse.              
Un nuevo rol

Pasan los años, se van cumpliendo etapas en la vida. Hay personas que por distintas situaciones no experimentan algunas de ellas.
Ir a la escuela, colegio, trancurrir por la difícil e inentendible adolescencia, enamorarse, formar una familia, afianzarse en un trabajo, etc.
Cumplidas estas etapas, al llegar al medio siglo, se abre una nueva puerta: el rol de abuela.
Y digo abuela porque los abuelos son diferentes, viven esta etapa quizás con más alegría que preocupación.
Las abuelas revivimos nuestros propios emabarazos y partos en la hija o nuera.
Sabemos por los momentos que pasa la valiente mujer que nos hará tan dichosas.
Entendemos el sufrimiento maravilloso (aunque suene incoherente) de ser madre.
Ayudamos, queremos dar consejos, opinamos sin que nos pidan.
Pero, por sobre todas las cosas, ansiamos tener a ese bebé en brazos, olerlo, besarlo, sentir en él/ella la fuerza de la vida.
Fuerza de la cual somos partícipes por el sólo hecho de ser mujer.
A veces queremos ver a ese niño/a todos los días y sufrimos en silencio por no poder hacerlo.
Pero a veces nos olvidamos de su existencia, ráfagas de amnesia provocadas por las ocupaciones propias y porque a pesar de estar en nuestro corazón, los nietos/as no estuvieron en nuestro vientre y no nos compete educarlos.
Este es el rol de abuela!!
Significa trascendencia, logros plasmados en el tiempo.
Significa misión cumplida en el amor incondicional a los hijos.
Significa sentirnos nuevamente infantes para poder jugar.
Significa una vez más: LO QUE IMPORTA DE LA VIDA
Dedicado a Pati y Jacho en agradecimiento por iluminar mi vida con ese sol que es Fausto.          

MOMENTOS

Por momentos, momentos largos, pienso que la vida es como se presenta, bipolar, maravillosa, frágil, injusta, oscura, brillante.
Un día alguien me dijo que la vida es como la queremos y hacemos.
Mi risa se escuchó detrás de las puertas cerradas.¡Qué tontería!.
La vida no es nuestra, es ajena, no podemos construirla...pensaba.
Pensaba que muchos persiguen sueños sin lograrlos y otros logran sueños sin perseguirlos. ¡Qué injusticia!.
¿Injusticia de quién, de dónde?. No lo sé. ¿Vidas pasadas?. Quizás.
Ahora sé, después de muchos momentos, que me adapté con comodidad a las circunstancias, que no cambié lo que no quise cambiar.
Caminé por caminos incorrectos. Actué creyendo que era la mejor manera...y no lo fué.
¿Me arrepiento?. No, ¿de qué serviría?. En mi próxima vida ya no habrá recuerdos.
Crecer y aprender es lo importante.

Disfraz del pensamiento



¡Enhorabuena!...las emociones se agolpan, se juntan, se tropiezan y deciden por fin instalarse en el cuerpo de Sofía.



Dudas, confusión, Sofía no sabe que sentir. En realidad sí sabe. Lo que no sabe es si está bien sentir lo que siente.



Piensa, se acurruca en el rincón de su mullido sofá. Frunce el ceño. Lentamente, como sin fuerza, cae una lágrima. Se desliza por la mejilla reluciente de rabia.



Esa rabia que no la deja respirar, se sofoca, se arruga. Quisiera quitársela, arrancarla con fuerza, como se quitan los yuyos del jardín.



Pero no quiere, necesita seguir enojada un poco más. Pero que nadie lo sepa, y menos el causante de esa tremenda irritación.



¡Ya está!...decide disfrazar su pensamiento.



Le pondrá una sonrisa al enojo, pensará en la belleza de una rosa amarilla.



Ya no se acurruca en el rincón del sofá. Comienza a estirarse como hacen los gatos al sol, después de una siesta.



La arruga del entrecejo se diluye. Ya no cae una lágrima y sus mejillas relucen, no por rabia, sino porque tanto pensar le dió calor.



Olvidar es una posibilidad atractiva, pero hay que juntar valor.



Sofía se separa del sofá que acunó su rabia. Se acerca a la pequeña ventana sin cortinas. Mira el cielo que va disfrazando su azul original por un púrpura sugestivo.



Olvidar...¡qué buena idea!






Dedicado a un hombre insatisfecho, vacío y solitario.

Tres mujeres y el mundo




Verano y vacaciones son casi, casi sinónimos para algunos privilegiados.




Tres amigas se prepararon para disfrutar del mundo. Mucha información, planificación, proyectos, confundían a una de ellas, la más inexperta. Días previos al viaje, ansiedad, alegría, algún temor escondido, expectativas.




Y como todo llega, sólo hay que tener paciencia, se hizo presente el día tan esperado.




El temor de la novata a pasearse entre las nubes, era notorio pero contenido.




La ciudad bella, alegre, recibió a las tres mujeres con su amabilidad característica.




Fueron siete días estupendos, conociendo, comprando, participando del modo de vida de un país pequeño cuya cultura lo hace grande.




Algunos imprevistos y opiniones contradictorias irritaban a una, silenciaban a otra y provocaban la mediación de la tercera.




Las noches eran cortas, viajar y dormir no resultaban compatibles especialmente para dos de ellas. Otra razón más acortaba la noche de dos tercios del trío. Un sonoro, desigual e importante ronquido ocupaba noche a noche la pequeña pieza de hotel. Poco a poco el hábito hizo lo suyo, y las dificultades para dormir de las dos mujeres más inquietas, eran por otras razones poco importantes en la etapa maravillosa que las tres mujeres estaban transitando.




El encanto natural de la ciudad emocionaba a las turistas y deleitaba a la oriunda del país, conociendo lugares nunca vistos en la época en que vivía en él.




Un boliche típico alegró la despedida de la capital y preparó al grupo para tomar rumbo hacia el océano y sus doradas playas.




El clima algo inestable, no opacó la belleza del lugar. El océano manso lamía las arenas mojadas, con regularidad perfecta. Variedad de colores ocupaban el espacio dorado. En el agua jugaban a lo lejos distintos transportes acuáticos de diversión.




Un payaso un poco tonto hacía reír en las noches...¡qué fácil es esbozar una sonrisa o lanzar una sonora carcajada cuando se está de vacaciones!.




Paseos más lejos del balneario ocuparon dos días de la estadía en él. El placer de lo que se hace sin obligación y sin esfuerzo es enorme. Paisajes agrestes, naturalmente auténticos, producían exclamaciones de asombro y alegría. Fotos, muchas fotos, retenían para el futuro, el deleite del viaje.




Tres amigas y el mundo.




Mujeres cuya amistad era más valiosa que los contratiempos y opiniones encontradas.




Mujeres, cuya experiencia de vida larga y sustanciosa, fue coronada por quince días inolvidables.