Tres mujeres y el mundo




Verano y vacaciones son casi, casi sinónimos para algunos privilegiados.




Tres amigas se prepararon para disfrutar del mundo. Mucha información, planificación, proyectos, confundían a una de ellas, la más inexperta. Días previos al viaje, ansiedad, alegría, algún temor escondido, expectativas.




Y como todo llega, sólo hay que tener paciencia, se hizo presente el día tan esperado.




El temor de la novata a pasearse entre las nubes, era notorio pero contenido.




La ciudad bella, alegre, recibió a las tres mujeres con su amabilidad característica.




Fueron siete días estupendos, conociendo, comprando, participando del modo de vida de un país pequeño cuya cultura lo hace grande.




Algunos imprevistos y opiniones contradictorias irritaban a una, silenciaban a otra y provocaban la mediación de la tercera.




Las noches eran cortas, viajar y dormir no resultaban compatibles especialmente para dos de ellas. Otra razón más acortaba la noche de dos tercios del trío. Un sonoro, desigual e importante ronquido ocupaba noche a noche la pequeña pieza de hotel. Poco a poco el hábito hizo lo suyo, y las dificultades para dormir de las dos mujeres más inquietas, eran por otras razones poco importantes en la etapa maravillosa que las tres mujeres estaban transitando.




El encanto natural de la ciudad emocionaba a las turistas y deleitaba a la oriunda del país, conociendo lugares nunca vistos en la época en que vivía en él.




Un boliche típico alegró la despedida de la capital y preparó al grupo para tomar rumbo hacia el océano y sus doradas playas.




El clima algo inestable, no opacó la belleza del lugar. El océano manso lamía las arenas mojadas, con regularidad perfecta. Variedad de colores ocupaban el espacio dorado. En el agua jugaban a lo lejos distintos transportes acuáticos de diversión.




Un payaso un poco tonto hacía reír en las noches...¡qué fácil es esbozar una sonrisa o lanzar una sonora carcajada cuando se está de vacaciones!.




Paseos más lejos del balneario ocuparon dos días de la estadía en él. El placer de lo que se hace sin obligación y sin esfuerzo es enorme. Paisajes agrestes, naturalmente auténticos, producían exclamaciones de asombro y alegría. Fotos, muchas fotos, retenían para el futuro, el deleite del viaje.




Tres amigas y el mundo.




Mujeres cuya amistad era más valiosa que los contratiempos y opiniones encontradas.




Mujeres, cuya experiencia de vida larga y sustanciosa, fue coronada por quince días inolvidables.

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