Historia de amor con plumas

Soy observadora, observar las conductas de las personas, de los animales y de la naturaleza es parte de mi esencia.
Hace aproximadamente quince días fuí testigo de una historia de amor de dos palomas.
Este relato tiene ternura, valentía, amor, desapego y quizás ¿crueldad?
Creo que en la naturaleza no existe la crueldad, lo que hay es sobrevivencia y adaptación al medio.
La crueldad es característica de los humanos.
Frente a mi ventana, en la canaleta del tejado del edificio, se construyó con mucho amor y dedicación el nido que albergaba los huevos de esa pareja plumífera.
Día a día observaba el comportamiento de ambos integrantes.
Imaginé que la hembra era la que estaba más tiempo acurrucada sobre sus futuros polluelos. Sus plumas color chocolate suave brillaban con la luz solar.
El macho, de plumas negras y tornasol, vigilaba, traía ramitas al nido y espantaba a los intrusos.
Mi asombro y cierta inquietud apareció cuando un fin de semana, ví que el macho empollaba en el nido. Durante dos días la hembra no se presentó.
Pensé: ¿habrá abandonado el hogar?---clásica pregunta de una hembra humana.
               ¿su pareja le permitió que descansara y vagara por el aire junto a sus amigas?----clásica fantasía de una hembra humana. No lo sé.
Dos días después al abrir mi ventana, ritual mañanero, ví la cabecita color chocolate pálido asomándose por sobre la canaleta. Sentí alivio y alegría y pensé: ¡qué buen padre!---clásico deseo de una hembra humana.
Lamentablemente al día siguiente vino una intensa lluvia y a pesar de que la abnegada madre no se movió del nido soportando con valor sus plumas empapadas, llegué a la conclusión que los polluelos murieron. ¿Porqué?
Porque al día siguiente la hembra ya no se acercaba al nido y el macho (cualquier parecido con la conducta masculina humana es pura coincidencia) intentaba conquistar a una jovencísima paloma, revoloteando a su alrededor, emitiendo sonidos con seguridad seductores para ella y arrastrando el ala. La niña se hacía la interesante y le daba la espalda (conducta típica femenina).
El coqueteo duró apenas medio minuto, tiempo en que el palomo levantó vuelo y se alejó con un ruidoso batir de alas. Quizás pensó: "con toda la oferta que hay por ahí, no le voy a rogar a esta pendeja" (pensamiento muy actual en la especie humana).
La joven y quizás inexperta paloma quedó quieta y desconcertada frente a la actitud de su pretendiente.
El final de este relato es doloroso pero real y parte del sistema ecológico. El macho apareció nuevamente cerca del nido y devoró los huevitos. 
La desconsolada (pienso yo) madre no estaba cerca.
Seguramente la vida les dará una nueva oportunidad y todo volverá a repetirse.              

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