Cálida bruma



¡Enamorada hasta el tuétano! así decía mi adorada abuelita materna.



Camino pensando en él.



Escribo pensando en él.



Miro pensando en él.



Escucho pensando en él.



Duermo pensando en él.



Pienso pensando en él.



¿Cuánto durará? ¿Un soplo matutino? ¿La cálida bruma vespertina? ¿El aleteo de frágiles mariposas?.



No lo sé, ni quiero saberlo.



Embriagada con las luces del crepúsculo, mis ojos entrecerrados reconocen las manos que acarician, los labios que susurran, los ojos que miran con ardor.



Una pausa en mi diario vivir, en el ajetreo, a veces incontrolable de los problemas y las soluciones.



Una pausa mágica coloreando de amarillo la realidad.



Voces lejanas me recuerdan su presencia. Suspiros trémulos me lastiman con su ausencia.



Una nota suena transparente, un compás marcando el olvido innecesario.



El perfume del jazmín, el sol escapándose del mundo, la luna alumbrando mi existir...todo tiene su nombre.



Su nombre repetido incansablemente en mis sueños eternos. La cálida bruma que envuelve mi pensar se extiende hacia él y lo atrae hacia mí.



AMOR que sabes a quién tocar con tus alas etéreas.



AMOR que consuelas la soledad infinita de mi ser.



AMOR generoso que sólo espera en silencio.



¡Enamorada hasta el tuétano!



¡Cuánta razón tenías abuelita!

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