Un lejano reino



Caían con suavidad y lentitud gotas azules sobre el único palacio del Reino. El príncipe Patrick gobernaba muy a su pesar. Triste, abatido y escondido, sólo tenía un pensamiento que lo atormentaba hora tras hora, despierto o dormido.



¿Qué hacer para que su pueblo creyese en él nuevamente?



Dos años atrás había traicionado a su gente. No aceptó el pedido del grupo de ancianos de construir un albergue sencillo, modesto pero digno para aquellos que ya no tenían familia y que por su edad avanzada no era conveniente ni justo que viviesen solos. Se negó pues creyó que pronto morirían, inútil inversión.



La gente del pueblo hizo por él su trabajo y los ancianos aún vivían con dignidad y cariño.



Grave problema el existir de los adultos mayores. Actualmente ya en el mundo moderno, avanzado tecnológicamente, sigue sucediendo lo que en el Reino de Patrick, con la diferencia que nuestros gobernantes no parecen preocupados por los ancianos. Debemos mirar un poco más lejos de nuestras narices, con un poco de suerte llegaremos a viejos...o quizás no.

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