Deseo versus razón


Límites borrosos. El deseo de Laura crecía, pero su razón lo empujaba hacia atrás, lo achicaba, pero no lo mataba.

Días largos, somnolientos y noches en alerta.

Suspiros y pensamientos inconexos atormentaban a Laura. No sabía qué hacer---¿cuál es la decisión correcta?---se preguntaba día a día.

No quería hablar de algo tan íntimo y hasta vergonzoso con su familia.

Buscó a su amiga más querida y relató con detalles su historia (equivocada).

Estaba hechizada por un hombre que su razón le decía: "no es el correcto"

Pero su deseo, su ilusión, el espejismo en el que se encontraba, tapaba con pintura negra su raciocinio.

Su amiga se volvió cómplice, quería verla feliz, aunque dudaba de estar caminando en la ruta adecuada. La juventud de ambas, la inexperiencia y la inocencia frente a las trampas, lograron que el deseo de Laura se fortalezca y se convirtiera en un objetivo.

Objetivo tenazmente perseguido y finalmente alcanzado.

La joven deslumbrada, parecía flotar en un mundo mágico.

Creyó ser feliz pero cuando pidió más, más tiempo, más cariño, más atención, y le fué negado, Laura enloqueció, sintió derrumbarse por dentro y por fuera. Su alma vacía se dibujaba al costado de su cuerpo agotado.

Lloró un océano de lágrimas.

Gritó en silencio hasta quedar sin voz.

Caminó sin brújula y sin retorno.

Durmió despierta bajo el sol y la luna.

Habló con ella misma sin entenderse.

Crispó sus puños hacia el infinito.

Y por fin...buscó la ayuda que la devolvió a la vida real.

Muchas jóvenes (y no tanto) como Laura, caen en un abismo de emociones confusas, porque sus mentes inocentes creen en promesas que no se cumplirán. Algunas saben que ésto es así, pero tienen la esperanza que el otro cambie de opinión, o que el amor de ellas transformará al hombre incorrecto en un príncipe azul.

La creencia de que las mujeres tenemos poderes mágicos y que podemos convertir sapos en príncipes, está más arraigada de lo que debiera.

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