Aventura


La tormenta era y fué inevitable.

Para los que padecen de pánico a volar, el día no era favorable. A pesar de todo fué un vuelo agradable, con algunas sacudidas que arrancaban risas en algunos de los niños que viajaban.

La tan esperda llegada a la ciudad de mis raíces, después de mucho tiempo, hizo que brotaran lágrimas de alegría y emoción.

Es una bella ciudad, más aún, cuando no se vive en ella.

La nostalgia y la lejanía permiten que el que vuelve, no vea los detalles negativos (que los hay), ésto es un "privilegio" de los locatarios.

El reencuentro con la familia, recordar los lugares de la infancia, visualizar los cambios (algunos mejores, otros no tanto), le dió a este ansiado viaje un cariz de aventura. La aventura del reencuentro, de los recuerdos, de la emoción...todo ésto traducido en energía vital.

Mis oídos se acostumbraron al "yeyeo", aunque reclamaban la dulzura de la "ll" bien pronunciada.

Luego la partida a las playas del este, lejos de la ciudad, donde el río ya no es, y el océano se impone con fuerza y movimiento.

Un clima perfecto nos dió ánimos (a mi hijo y a mí), para sortear las pequeñas complicaciones que toda aventura supone.

Yacer en las blancas arenas de una playa casi desierta, dió a nuestras mentes y cuerpos, la paz que necesitábamos.

Observar con los ojos entrecerrados el horizonte, escuchando el murmullo de las olas que llegaban a la orilla, estimuló la necesidad de meditar y reflexionar sobre la vida, el amor, la amistad, y buscar la forma en que este planeta no se destruya, ¡es tan hermoso!

La llegada, después de una tormenta, de cuatro ballenas piloto (similares a delfines), cerca de la costa a danzar, jugar y alimentrse de la gran cantidad de peces que el oleaje arrastra hacia la orilla, fue un espectáculo inolvidable, magnífico, que me confirmó la existencia de una energía superior.

Una noche en la playa, junto a una fogata y bajo un manto estrellado, dió a nuestra aventura la magia y la fantasía que condimentan esos momentos en que la rutina desaparece.

Darle rienda suelta a la naturaleza salvaje que anida en cada uno de nosotros, nos vuelve más sensibles, abrimos la mente, eliminamos fronteras y acabamos sintiéndonos ¡ciudadanos del mundo!

Aventura..maravillosa aventura..

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