Decepción


El amanecer invadía con fuerza la vida de los otros. Colores, canciones, ruidos que aparecían logrando despertar a los durmientes.

Mi vida quieta, esperando.

Quise correr tras el viento.

Corrí tras el tiempo nuevo y viejo, tímido e inevitable.

Atravesé las grietas de un mundo de esperanzas.

Me acomodé, arrullada por la luz infinita de un sol radiante.

Luces y sombras, susurros y gritos, se entrometían en una vida en pausa...la mía.

Volví a correr, pero de frente al viento, me fortalecí, mi pensamiento desarmado adquirió forma de deseo.

La brisa ligera y fresca de la mañana se comunicaba con mi alma agotada. Estaba en movimiento, movimiento vital para adornar la espera de dulces ilusiones.

Ilusiones posibles, necesarias, verdaderas.

Amaneció otra vez, desaparecieron los miedos, esos miedos vestidos de negro con nombres como: incertidumbre, ¿lo podré hacer?.

Apareció la Señora Decepción, vestida de gris, con su cara ajada de tanto llorar. La invité a pasar, hablé con ella, enjugué sus lágrimas, la expuse al sol naciente.....y la dejé partir.

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