Soñar por primera vez


Hombres, mujeres y niños sueñan....lo hacen dormidos o despiertos. Soñar dormidos implica que no hay filtros, no hay censura, puede ser desagradable ( cabalgar en una pesadilla es aterrador). Soñar despiertos es obedecer al libre albedrío, a los deseos, a las fantasías.......Romina, joven sencilla, poco habituada a las solemnidades de una vida ostentosa, tenía un sueño inconfundible, primario: ser bailarina. Soñó despierta por primera vez, a la tierna edad de cinco años, una tarde luminosa del mes de agosto, cuando su madre la llevó al circo que pomposamente se instaló en el barrio...........Romina abría en forma alternada y a la vez, ojos y boca, asombrada de las maravillosas piruetas y saltos de los trapecistas, de las cómicas y tristes torpezas de los gigantescos payasos. Pero algo la conmovió de tal forma, que guardó eternamente esas imágenes en su corazón infantil. Una grácil bailarina. con un vestido de tul color aurora, se deslizó por el escenario de tablas, en puntas de pie.............parecía que no tocaba el tosco suelo, como si temiera lastimarse, tal era su ligereza. Romina estaba extasiada, seguía los movimientos de la delicada mujer, con todo su ser. Sus ojos, grandes naturalmente, parecían no cerrarse y su pequeña boca formaba un hueco con forma de corazón. Desde es día soñó, soñó y soñó....despierta.....hasta lograr hacer realidad su deseo. Con esfuerzo físico y mental, recibió clases de baile clásico. No fué la mejor alumna, tampoco la peor, pero se distinguió de las demás por su convicción y su certeza, las imágenes guardadas de la grácil bailarina circense, daban más fuerza a su entusiasmo nato......Pasaron los años, Romina se convirtió en el sueño largamente modelado. Pudo expresar con su cuerpo, lo que la hacía feliz.....y también lo que a veces humedecía sus grandes ojos oscuros. Así lograba sentirse liberada del desgano, de la apatía y muchas veces de la descolorida vida en solitario. Los movimientos etéreos, practicados día a día, en un escondido salón, llenaban perfectamente todos sus espacios vacíos. Su corazón y su alma se asomaban a su intangible figura, cubriéndola de luz y paz.

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