Sentimientos adultos

AMAR: vocablo muy utilizado pero poco ejecutado. Amar es desprenderse de las necesidades propias para atender las del ser amado. Es obvio que esto debe ser una calle de doble sentido, de lo contrario estaríamos siempre dando y nunca recibiendo. En el capítulo anterior hablamos del amor a los hijos, aquí mencionaré el amor de pareja. No debe existir ni un hombre ni una mujer que no haya percibido el momento feliz al sentirse cuidado/a, protegido/a, admirado/a, deseado/a. Estos momentos felices son cosas que importan y deben ser prioridad en la lista de jerarquías de la vida adulta. RUTINA: vocablo temido. Hay dos clases de rutina: la deseable y necesaria y la perjudicial (esta es la temida). La deseable y necesaria es la que nos permite cierto orden y disciplina en la vida diaria (quién podría aguantar, cambiar todos los días los horarios de trabajo, de comidas y sueño?), nadie, pues afectaría la salud mental y física. La perjudicial y tan temida rutina, por las parejas adultas, es esa que transforma el amor en una costumbre, en un hábito preestablecido, pero sin alegría y placer. ¿Cómo evitarla?. Prueben a amar en el otro, no sólo lo bello y positivo, sino por ej.: el malhumor, la cara pálida y ojerosa al despertar, sus defectos, sus torpezas, sus momentos de “mala onda”. Les aseguro que practicando esta técnica, la temible rutina quizás se vaya de paseo para siempre. Respeten el espacio propio de su pareja. Amarse no es transformarse en un solo ser, sino ser dos seres que miran juntos hacia delante. Cuando el espacio propio y personal es anulado por la pareja, ese integrante del dúo amoroso, deja de ser, deja de pensar y de actuar; se desdibuja y pierde firmeza. El o la que verdaderamente ama no querrá que esto suceda.

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